viernes, 4 de septiembre de 2015

La teoría de la felicidad y los kilos de más...

       Hace poco escuché que la pareja de recién casados tiende a subir de peso en los primeros meses, debido al exceso de "felicidad" que hay entre ellos. Lo cual me dejó reflexionando, o quizá me dio un poco de concilio pensar que todas estas extra-lonjas son la materialización pura de la felicidá, y si tras ir de talla 13 a 16W pareciera una catástrofe, la teoría que escuché no sería más que una buena noticia.

      Por el momento no cuento con una estadística real, o un estudio que certifique lo ya mencionado. Sin embargo sí creo, y testifico; que los cambios en los estilos de vida se reflejan en nuestras mentes y cuerpos. De hecho, ahora más que nunca comprendo el fuerte lazo que existe entre la mente y el cuerpo. Okay, no descubrí el hilo negro...es algo muy obvio. ¿Realmente le das la importancia que debería tener esta frase tan trillada y cansada de cuerpo sano en mente sana?

      No sé, pero mi cuerpo es una víctima más de una mente en desajustes. Tampoco sé si fue primero el huevo o la gallina, pero sé que algo debe cambiar primero en tu yo interior para poder hacer cambios en tu estilo de vida. Y también creo que absorbemos en exceso las cosas del exterior que no sirven tanto como lo sería la comida chatarra a un cuerpo con hipertensión o diabetes. Autodestrucción, o falta de inteligencia emocional. No me malentiendan, hasta donde sé me amo a mí misma sólo nunca he podido realmente amar las cosas que no me gustan de mí, y esas son dos cosas distintas, porque cualquiera que quiera definir el amor propio pensará que uno debe amarse "globalmente" pero si crees eso, entonces jamás podrás amar realmente a ti mismo.  Dicho esto, acepto que detesto algunas zonas de mi cuerpo que sólo me recuerdan las malas decisiones que he tomado, y esto al mismo tiempo lo poco tolerante que soy conmigo misma.


     Me duele desmentir la teoría de la felicidad y los kilos de más, y reducirlo a meramente pobres y equivocadas decisiones.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Primera parte


Hay dos formas infalibles para subir 25 kilos en 3 años; la primera es comer en un oxxo diariamente, galletas, maruchan, nachos, cheetos con salsa, rufles queso con queso, todo lo de la sección de la comida rápida, papitas, chocolates y de postre el pasillo de pan marinela, bimbo y tia rosa. Y si la primera opción sale muy inconveniente por el poco tiempo de ir a un oxxo o el clima parece un enemigo, siempre está la segunda opción: el matrimonio.

- ¡Sol, preciosa! - tres ex compañeras de la universidad  me saludan. Mis amigos me dicen Sol pero me llamo Soledad, y ahí estaba yo. Cuatro años después de que di mi segundo intento de independencia, sentada al fondo en una esquina del salón que parecía de dimensiones no muy grandes, un olor a pinol con cloro y mugre. No sé cuánto tiempo pasó hasta que lo escuché diciendo ese discurso, corriendo, exaltado, nervioso, sé que deseaba más que nunca bajarse del escenario, bueno, era como un escenario. Su respiración era rápida y torpe. Lo demás pareció desaparecer, escuché su voz y sus palabras, y un bonche de recuerdos que se me dejaron venir súbitamente. Los aplausos me hicieron reaccionar, la gente secaba sus mejillas como pudiesen, me había perdido el discurso, emotivo. Las otras personas sentadas en mi mesa aplaudieron y solo mi amiga tenía los ojos nublados y pretendió no estar conmocionada.

Ahí estaba, otra vez sin saber cómo ni cuánto, bailando con ellos, las novias. Intenté  no pisar sus vestidos y arruinarlos, pero fue imposible. Todas lucían tan bellas. Me sentía tan miserable, no solo porque habían pasado 4 años y yo parecía seguir en el mismo lugar, sin nada más que un brinco doloroso de 25 kilos, un salto aterrorizante de talla M a XL. Mis tardes tristes de buscar tallas extra y no sentir remordimiento, mis frustraciones, mis miedos, mi errores. Todo se mecía tan ridiculamente con canciones de magneto y Abba. Dancing queen. Quería ir a casa y atascarme un plato de papitas con salsa y limón. Qué más da. Esa fue la tercera, la última me dije. Soledad. Me llamo Soledad y me dicen "Sol."